Su aportación se oye alto y claro.
El primer proyecto de Desireh como estudiante en prácticas no fue cualquier cosa: trabajó en el equipo responsable de crear el último iPhone, contribuyendo a crear el chip que envía y recibe las llamadas. Recuerda perfectamente la emoción que sintió al poder resolver su primer problema real y pasar de espectadora a innovadora. Para su equipo, ella era una pieza clave del grupo.

Cuando terminó su doctorado en la Universidad de Waterloo, Desireh volvió a Cupertino, donde le esperaba un trabajo a tiempo completo. Lo que estudió es la base para su trabajo, pero sigue aprendiendo para crear nuevas experiencias llevando más lejos la tecnología. Hoy, combina los retos de la maternidad con los retos de su trabajo como ingeniera de hardware en la última generación de productos Apple. Pero lo que más aprecia de trabajar aquí es lo mismo que cuando hizo las prácticas:
«Es bonito saber que el trabajo de nuestro equipo con el iPhone está ayudando a millones de personas a hablar con su familia y amigos, pero lo que me motiva día tras día es el clima de colaboración y respeto que se respira. Mis compañeros me preguntan cosas, yo les pregunto otras y juntos encontramos la respuesta.»